Ecuador Pesquero conversó con el Ing. Guillermo Morán, quien hasta hace pocos días ocupó la presidencia de la Comisión Interamericana del Atún Tropical (CIAT) y quien, además, tuvo la difícil tarea de lograr un consenso entre los países miembros de la comisión para la adopción de las nuevas medidas de ordenamiento para el atún que regirán desde el 2017 hasta el 2020.

¿Cuánto tiempo estuvo al frente de la CIAT?

Estuve presidiendo la CIAT durante tres años, desde el 2014 hasta el 2017.

¿Cómo se produjo su vinculación a la comisión?

Esto surgió de los delegados de la CIAT el 2014 que propusieron mi nombre para presidir la comisión.

¿Cuáles son las funciones del presidente del organismo?

Normalmente el presidente de la comisión es el que maneja el nivel político de las reuniones, donde se dan las discusiones finales, a base de las recomendaciones del equipo científico de la CIAT que en este caso lo dirige el Dr. Compeam.

El nivel político tiene otra organización, que es cuando recibe las recomendaciones y el presidente tiene que coordinar las reuniones entre los 21 países que son parte de la comisión para lograr acuerdos y, sobre todo, consenso para aprobar resoluciones, lo que ya es algo más complejo.

¿Es fácil lograr consensos dentro de la CIAT?

No es nada fácil, es complejo, porque todos los países llevan en sus carteras intereses diferentes,

propuestas, ideas, sugerencias, a base siempre de la investigación científica, pero cuando ya es el nivel político como todos sabemos bien es un nivel diferente que ya representa otros intereses y de los países, ya no solamente en la parte científica sino en los temas económicos, sociales, que se ponen sobre la mesa para ver si se llegan a acuerdos que logren el objetivo de la comisión que es lo importante y que es desarrollar todas unas resoluciones que busquen mantener las poblaciones de atunes tropicales en un máximo rendimiento sostenible.

¿Cuáles fueron sus mayores logros como presidente de la CIAT?

Yo pienso que se ha logrado trabajar con los 21 países para poder tomar medidas de conservación que logren mantener hasta ahora las tres especies principales de captura en su máximo rendimiento sostenible.

No tenemos especies en el Pacífico oriental que estén en niveles de sobreexplotación, hemos coordinado para que las medidas logren poner en su nivel de aprovechamiento de las tres especies, de tal manera que se conserva la población y también tenemos una industria sana que puede desarrollar su trabajo, sus inversiones y mantener una cantidad importante de fuentes de trabajo a nivel de todo el Pacífico oriental, desde Estados Unidos hasta Perú, que se genera a través de las flotas, de la industrias, de industrias conexas al sector atunero, y de las exportaciones que son importantes para algunos países de esta parte de América, del Norte, Central y del Sur.

¿Cuáles fueron sus mayores retos?

Uno de mis mayores retos fue poner de acuerdo a los diferentes países, con diferentes visiones, porque en esta comisión hay puntos de vista de Europa, de América y de Asia que también pescan atún a través de la flota palangrera. Ellos vienen con diferentes ideas, con diferentes propuestas o intereses que obviamente son legítimos, pero debemos ponernos de acuerdo en la conservación de estas poblaciones de atún.

Yo creo que el nivel de diálogo que nos lleva a tratar de lograr un consenso para una solución es muy importante porque uno tiene que acercarse a conversar, con cada país, entre países, en reuniones laterales, multilaterales y de bloque, ya sea por ejemplo Centroamérica que tiene a veces su posición diferente o visiones diferentes, pero tenemos que lograr que todo esto se una y definir una resolución para adoptar medidas de conservación.

Yo creo que eso es un gran desafío, es un bonito ejercicio profesional y también a nivel de administración de la pesquería, pero al final yo creo que se ha logrado y hasta ahora lo más positivo es que las tres especies de atunes están dentro del rango de máximo rendimiento sostenible, lo que ayuda mucho a la conservación y también al desarrollo de la industria atunera de la región.

¿El momento más difícil que recuerda en esta búsqueda de consensos?

En los tres años tuvimos algunas decisiones muy difíciles de cambios, de regulaciones, de reglamentos, inclusive internos para el nombramiento del director.

Pero creo que la reunión de la semana pasada tuvo algunas dificultades importantes porque tratamos de definir unas medidas de conservación desde el 2017 hasta el 2020, lo cual es muy complejo porque normalmente los países quieren adoptar medidas por un año, máximo dos años. La idea era tratar de tener medidas de conservación por cuatro años, de tal manera que se mantenga una estabilidad en la industria, se tengan las reglas claras en estos cuatro años, en lo que se refiere a medidas de conservación.

No fue fácil, el viernes nos quedamos casi hasta la 1 de la mañana tratando de lograr ese acuerdo en los puntos más críticos que eran dos o tres, pero hubo mucha flexibilidad, posiciones de acuerdo, de conversaciones entre los países, y se logró una resolución de cuatro años, con algunas medidas de conservación, inclusive innovadoras que hacen que la CIAT tome un liderazgo a nivel mundial.

¿Cómo ve a la CIAT con relación a otras organizaciones pesqueras?

En mi opinión, con relación a las otras organizaciones atuneras, yo creo que lo comprobamos la semana pasada sobre todo en manejo de plantados que es un tema crítico que tenemos en la mesa de discusiones.

Son medidas de avanzada, son medidas innovadoras que surgen de los diálogos entre los países y que no lo tienen en otras regiones, de hecho inclusive ninguna otra OROP del atún en el Pacífico occidental, del Índigo o del Atlántico tienen vedas.

Esta es la única región donde se acepta todavía el modelo de tener veda total, donde la flota para, y ahora adoptó medidas adicionales como regular los plantados para ayudar a la conservación de los atunes y de los ecosistemas marinos que nos parecen que van a ser muy importantes y que de hecho la opinión internacional las han acogido positivamente a nivel de las organizaciones ambientales, de las noticias, inclusive de la industria que compra el atún al Ecuador y a la región, porque ven que hay un manejo responsable de la pesquería y eso es favorable para el comercio también.

¿O eran los 72 días de veda o qué otra medida se habría adoptado?

O eran los 72 días de veda o era aceptar los límites de captura global para los lances sobre plantados, los que estaban fijados en 97.700 toneladas, que era el máximo de capturas para el 2017, pero que al mes de junio ya ese límite llegaba al 80%.

Esto nos podría haber llevado a que en septiembre buena parte de la flota estuviera paralizada, no solo de Ecuador sino también de otros países como Panamá, Estados Unidos, que también hacen pesca sobre plantados. Podrían haberse paralizado y obviamente habría un desabastecimiento de la industria procesadora que podría impactar más allá de los tres o cinco meses de paralización, porque hasta que vuelvan a salir los barcos en enero y vuelvan a traer pescado se calculaba que era en marzo que recién se volvería a exportar.

Entonces la afectación era muy elevada y eso se logró cambiar a base de todo este diálogo que se mantuvo la semana pasada.

Esto hubiera significado tener que parar este año cinco meses y la industria procesadora iba a tener muy limitado su abastecimiento de materia prima y eso nos hubiera restado, calculamos, unos 300 o 400 millones de dólares, afectando la balanza comercial del Ecuador, al igual que la de otros países.

En el área social hubiera afectado a unas 30 o 40 mil fuentes de trabajo que se habrían paralizado entre flota e industria, ya que sin materia prima la industria no puede contratar más personas. Se logró cambiar todo esto siempre a base de información científica y obviamente a base de acuerdos y consensos que es lo que se desarrolló la semana pasada en México.

Si de usted dependiera hacerle cambios a la convención de Antigua, ¿cuáles serían estos?

Hasta ahora ha sido muy cuestionado el tema de llegar a consensos, de que sea el mecanismo de consenso el tema para lograr la toma de decisiones. Yo creo que no es lo correcto, creo que el consenso es un mecanismo complejo, pero que nos lleva a tener un equilibrio entre todos, porque si llegamos a tener mayorías y minorías estos movimientos entre países con intereses diferentes, acuerdos comerciales o acuerdos políticos diferentes, podríamos el día de mañana adoptar medidas por un grupo que tiene una mayoría de votación y una minoría se vería afectada.

Yo creo que en este caso como se trata del manejo de un recurso marino, que es de una biodiversidad que es compartida por todos los océanos, el principio para poder adoptar decisiones debería seguir siendo el consenso.

De allí, entre las obligaciones específicas, no veo en este momento la necesidad de modificar la convención de Antigua, creo que hay que adaptar reglamentos para mejorarla, para que los mecanismos de decisiones o los mecanismos de mejora, inclusive de grupos de trabajo dentro de la comisión, puedan ser más eficientes, pero en ningún momento creo que se deba hacer cambios, no lo veo necesario.

¿Cuáles son los principales desafíos para la CIAT en los próximos años?

Yo creo que el principal desafío va a ser la capacidad de la flota, es un tema del que tenemos que estar conscientes ya que hoy en día tenemos 264.000 metros cúbicos de captura en el agua, con un potencial de subir a 300 mil metros cúbicos en los próximos años porque existen aproximadamente 40 mil metros cúbicos que aún no se han utilizado por algunos países.

Entonces esa posibilidad de aumento de capacidad todavía es una constante y adicionalmente hay 60 mil metros cúbicos más que están pidiendo algunos países por derecho de acceso a la pesca, lo cual no se ha aprobado por el momento y creo que va a ser muy difícil de aprobar más allá de que tienen su derecho y, obviamente, se discuten en el seno de la CIAT.

Si hablamos de que tenemos 264.000 y tenemos un potencial de 40 mil más de aumento, allí tenemos que estar conscientes de que cada vez que aumente la capacidad vamos a tener que asumir mayores medidas de conservación y que significarían más días de veda, más regulaciones sobre plantados u otras medidas que a futuro lo que hacen es restringir más las capturas.

¿Qué ha aprendido usted en su paso por la Comisión?

A dialogar más, a generar más ideas para que los países se pongan de acuerdo, paciencia, mucha paciencia para poder ser insistente y entender que, aunque los países tengan posiciones diferentes, siempre hay una fórmula para ponerse de acuerdo.

Como en el caso de la semana pasadacuandoaesodelas9o10de la noche pensábamos que no habría ningún acuerdo, y a base de la flexibilidad, a las últimas conversaciones, a un diálogo constructivo entre los países y la industria, que también estuvo allí, se logró tener esa flexibilidad y todos en su momento privilegiaron el consenso, porque ya se había trabajado mucho en una propuesta y solo faltaban pequeños detalles.

Yo creo que ese aprendizaje de saber cómo llegar a un acuerdo entre países es un aprendizaje profesional muy interesante, no solamente como profesional, sino como ser humano. Así que lograr ese diálogo para llegar a acuerdos ha sido un buen aprendizaje en mi caso personal.